Te odias. Tú, sí, tú, el o la que lee mis palabras. Te miras todos los días al espejo y te odias. Te detestas. No toleras ver tu reflejo en el cristal. Te sientes nauseabundo. Un chancro, una aberración contra el mismo ordenamiento natural. Atentas contra la creación divina y ni tan siquiera das la talla para la mundaniedad cotidiana.
Te odias, colonizado. Te odias, clase media. Te odias.
Porque todo el mundo es mejor que tu. Porque el gobierno te quita y se lo da al que menos se lo merece. Y si hay algo en donde tu auto-odio se manifiesta plenamente es en ese otro u otra, ese cabrón pobre de caserío, ese jodido negro tecato, esa puta en la esquina. Hijos de puta. Te quitan lo tuyo y se lo dan a esos mantenidos. A esos ignorantes.
Lo piensas mientras te vistes para ir a la iglesia. Le pasas por el lado al Mercedes del pastor, Dios lo bendiga a él, a su familia, su chilla, sus hijos fuera del matrimonio y sus contribuciones a diez senadores diferentes para que voten en contra de los maricas. Esos son otros cabrones que quieren vivir del cuento. Maricones. No, el pastor, santo sea ese Pescador de Hombres, ése sabe. Nunca paga contribuciones. Alabado sea. No es un mantenido.
Vas a pagar la luz. Maldita luz, tan cara, esos cabrones criminales de residencial no pagan nada. Sigues peleando solo en la fila, o se vira la doñita de los rolos, sí la que votó por Rosselló write-in, y te dice que Dios nos coja confesao’s. Que los criminales se quedan con todo. Ves la foto del dueño del banco en un pedestal, con sus vestidos caros, su casa de veraneo en Miami, su hábito de $500 dólares diarios en cocaína, y te odias más. Jodidos pobres mantenidos. Este banco le lava el dinero a los narcos que pagaron la campaña del alcalde, pero sea la madre de estos malditos negros de caserío.
Te odias. Llegas a tu casa y te sientas a hablar mierda de los chamacos de la iupi. Otros mantenidos. Usando el dinero que ha ganado toda la vida trabajando pa’ meterse pasto. En vez de buscarse un trabajo de verdad. Que se vayan pa’ Cuba. Se reparten tus políticos el dinero de la Universidad. Es que hay que votar por el partido. No hay otra. ¡Cuatro años más!
Te odias, te detestas. Culpas al que está abajo porque el que está arriba no solamente diseñó el sistema para lucrarse, sino que lo sigue haciendo frente a tus narices y te ha convencido que es culpa del otro. Medicina amarga, dicen. Sacrificios dicen, mientras se regalan bonos. Mira, un meme dice que es culpa de los cuponeros. Cabrones todos. Si pasan la pena de muerte los podemos matar a to’s. Porque todos aquí somos millonarios.
Este es el imperio del pendejo. Te odias porque, bien adentro, lo reconoces cuando ves tu reflejo. Y te sigues odiando y odiando al mantenido. Te equivocaste de mantenido. Lo sabes. Lo niegas. Te odias. Que viva el imperio.
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Me retuenan los oidos y se me revuelca la piel cuando escucho a alguién tirarle a los de caserío, a las personas que cojen cupones, etc etc etc. Mientras el dinero público unos lo consumen en luz, agua y comida, otros lo utilizan en lujos… Hay que aprender a identificar el problema real y no las causas. Espero que esta entrada de el rebulero ilustrado ayude.